¿Se puede obligar a una persona con enfermedad mental a tomar el tratamiento?

Carmen Liedo OVIEDO

ASTURIAS

Pastillas, analgésicos, fármacos, antibiótico.
Pastillas, analgésicos, fármacos, antibiótico. FEFE

La Ley de Autonomía del Paciente deja la decisión de medicarse al enfermo, si bien en casos de gravedad se pueden solicitar medidas judiciales

05 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El último informe anual del Sistema Nacional de Salud indica que el 37% de la población asturiana padece algún problema de salud mental o del comportamiento. Esto supone que uno de cada tres asturianos sufre algún trastorno. Además, dicho estudio, publicado a finales de 2023, recoge que la tasa de hospitalización derivada de la enfermedad mental es de 26 casos por cada 10.000 habitantes, siendo la más alta de España. La mayoría de las personas con algún problema de salud mental requieren una medicación adecuada, bien sea para la depresión, la ansiedad o trastornos psicóticos, como puede ser la esquizofrenia o el trastorno bipolar, enfermedades estas últimas más graves en las que el tratamiento es clave para la mejoría del paciente y que éste pueda tener una vida normal en sociedad.

Si bien en un muy alto porcentaje de los casos de enfermedad mental quienes las padecen aceptan tratarse sin inconveniente, también hay casos que afectan a la razón en los que el enfermo no tiene conciencia de la enfermedad, asume las alucinaciones o delirios como reales y, por tanto, considera que no requiere medicación. Ante el reciente caso del parricidio de Ribera de Arriba se ha puesto esta situación a debate. La pregunta que se plantea ante esos casos es: ¿se puede obligar a una persona con enfermedad mental a tomar el tratamiento? 

Luis Jiménez, presidente de la Sociedad Asturiana de Psiquiatría, explica que «los paciente con estos trastornos, al igual que los que padecen cualquier otra patología, están amparados por la Ley de Autonomía del Paciente», por lo cual, «ellos deciden si aceptan o no el tratamiento». Así, aclara: «nosotros ofrecemos diferentes tratamientos, pero ningún médico puede obligar al paciente a tomarlo si tiene conservada la capacidad». Y es que matiza que cuando la persona, por la evolución de la enfermedad, pierde la capacidad de percibir la realidad, en esos casos de trastornos psicóticos «se pueden solicitar medidas judiciales de apoyo», por lo cual es un juez el que, tras una valoración por un forense, determina si un enfermo debe ser internado o se le puede obligar a tomar el tratamiento hasta recuperar la capacidad.

El médico especialista en psiquiatría señala, no obstante, que «la inmensa mayoría de las personas con trastornos psicóticos «aceptan tomar la medicación y evolucionan bien pudiendo hacer una vida normal, pero la Ley 41/2002 dice que si quisiera no tomarlo o seguirlo, está en su derecho». De todos modos, pone de relieve la importancia del trabajo del psiquiatra, ya que señala que «a través de la relación de confianza que establece con el paciente puede conseguir que tome la medicación y acuda a las consultas de seguimiento», por lo que matiza que «son contados los casos en los que el paciente rechaza la medicación».

Falta de conciencia de la enfermedad

María Paz García-Portilla, catedrática de Psiquiatría especialista en esquizofrenia y trastorno bipolar de la Universidad de Oviedo, expone, por su parte, que los facultativos no tienen manera de saber si una persona con enfermedad mental se toma la medicación o no, salvo cuando está ingresada en el hospital. «Podemos saber si retira o no la medicación en la farmacia, pero puede retirarla y no tomarla», apunta la facultativa, que hace referencia a que quienes tienen una patología mental grave «tienen falta de conciencia de la enfermedad, piensan que lo que están viviendo sucede en el mundo real y, por tanto, creen que no necesitan la medicación».

La misma traslada que en casos de gravedad «la legislación permite ingresar al enfermo en contra de su voluntad en el hospital», ingreso que, señala, «ayuda a mejorar la enfermedad» por el tratamiento que recibe. Sin embargo, añade que «la legislación no permite a un médico dar a un paciente tratamiento ambulatorio en contra de su voluntad».

Tanto García-Portilla como Luis Jiménez destacan el avance que ha supuesto para el tratamiento de las enfermedades mentales con trastorno psicótico la evolución de los fármacos intramusculares de liberación prolongada, tratamientos que en la actualidad se pueden poner para que duren entre 15 días y 6 meses en el organismo. Según comenta, son «una alternativa recomendable» que en muchos casos mejora la relación entre el paciente y la familia cuando se generan tensiones por si el enfermo se toma o no el tratamiento. A esto hace referencia también la catedrática en psiquiatría, que traslada que esos tratamientos de liberación prolongada «normaliza mucho la vida de los paciente y también supone el fin de las discusiones en casa».

La misma advierte, además, que ese tipo de medicación que se ha de poner cada cierto tiempo «nos permite darnos cuenta desde el minuto uno cuando un paciente no acude a poner el tratamiento», y es que la misma explica que «si el día que le toca no viene, la enfermera llama para interesarse por el motivo por el que no ha acudido». De todos modos, resalta que cuando una persona con trastorno psicótico se toma la medicación percibe la mejoría y suele continuar con la medicación. «Y con estos tratamientos de liberación prolongada se ha logrado normalizar mucho la vida de los pacientes: es diferente tener que acudir 24 veces al año, cuando eran tratamientos para 15 días, que acudir dos veces al año. Les permite hacer una vida normalizada», comenta María Paz García-Portilla, que añade que un 70% y un 80%, de los enfermos que dejan el tratamiento, «al año tienen un episodio psicótico» y el resto al cabo de cinco años.

No estigmatizar a personas con enfermedad mental

No obstante, el presidente de la Sociedad Asturiana de Psiquiatría considera que el mensaje que se debe trasladar en relación a las enfermedades mentales es que «no se debe alarmar a la población ni estigmatizar a la población con enfermedad mental» porque, aludiendo a las estadísticas, precisa que «no está demostrado que las personas con trastorno mental comentan más delitos que el resto de la población». De hecho, apostilla que «hay más personas en la cárcel que comenten delitos sin tener enfermedad mental».

Por su parte, María Paz García-Portilla concluye que con tratamiento continuado e individualizado, «los pacientes se recuperan y logran llevar una vida normalizada».